Ana fue atrapada in fraganti cuando robaba unas medias en el departamento donde trabajaba como vendedora. Ana era una de las mejores vendedoras de la tienda. Compungida y llorando reconocía algo innegable.
El dueño de los grandes almacenes quiso conversar con ella:
– “Ana. No entiendo. Eres una de las vendedoras que más gana en la tienda, ¿por qué has hecho esto?”
– Respondió ella, llorando: “mi madre está muy enferma. Lo que gano no me resulta suficiente y estoy desesperada”.
– “Bien, mira, no te puedo aumentar el sueldo porque ya ganas el máximo posible en tu posición. Pero, está vacante una posición de supervisora. A partir de ahora, eres la nueva supervisora y, así, tendrás un incremento en tu remuneración”.
Cuando falleció el dueño, asistieron a su funeral, según cuenta su hijo, los 100 empleados que tuvo. Le echaban de menos.
¿Qué les parece esta decisión?